TUESDAY, AUGUST 1
Other Voices
Matthew 13: 36-43
… Whoever has ears, let them hear.
Matthew 13: 43b
During my studies at the university, one of the most demanding professors I had always warned us with advice that still accompanies me today: "A war warned must not surprise the soldier".
The final verse of the passage, with which Jesus concludes his explanation of the parable, has much in common with my teacher's warning: He who has ears to hear, let him hear.
We live in a world where the tendency to make oneself heard predominates more and more; where it is more important to be heard than to be ready to listen to other voices, where being the prevailing voice is synonymous with strength, and remaining silent is associated with lack of decision, with submission or apathy.
However, against this normalized tendency, the gospel ends with a kind of invitation: to hear, to listen
Being a good seed also implies being silent, renouncing listening to our own voice all the time, in order to have the opportunity to listen, to meet the voice of God, which multiplies itself becoming the voice of our sisters, of our brothers.
Prayer: Lord, give us the humility to silence our own voice and to discover you in the voices of those around us. Amen
Translation by Pat Metcalf
MARTES, 1RO DE AGOSTO
Otras voces
Mateo 13: 36-43
El que tiene oidos para oir, oiga.
Mateo 13: 43b
Durante mis estudios en la universidad, una de las profesoras más exigentes que tenia, siempre nos alertaba con una suerte de consejo que hasta hoy me acompaña: “Guerra avisada no debe sorprender al soldado”.
El verso final del pasaje, con el cual Jesús concluye su explicación sobre la parábola, tiene mucho en común con aquella alerta de mi profesora: El que tiene oidos para oir, que oiga.
Vivimos en un mundo donde cada vez más predomina la tendencia de hacerse escuchar; donde importa más oirse que disponerse a la escucha de otras voces, donde ser la voz que prevalece es sinónimo de fortaleza, y guardar silencio se asocia con falta de decisión, con sumisión o apatia.
Sin embargo, contra esta tendencia normalizada, el evangelio termina con una suerte de invitación: oir, escuchar.
Y es que ser buena semilla también implica hacer silencio, renunciar a escuchar nuestra propia voz todo el tiempo, para disponernos a la oportunidad de escuchar, de ir al encuentro con la voz de Dios, que se multiplica para hacerse la voz de nuestras hermanas, de nuestros hermanos.
Oración: Señor danos la humildad para acallar nuestra propia voz y descubrirte en las voces de quienes nos rodean. Amén
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