THURSDAY, AUGUST 17
Forgiving others
Matthew 18: 21-35
And forgive us our debts, as we also have forgiven our debtors.
Matthew 6:12 (NRSV)
Have we been recipient of offenses, mistreatment and humiliation from other people, family members and even brothers or sisters in faith? And how do we react?
Today’s gospel tells us how Jesus, in his private ministry in Galilee preparing the disciples, addresses their relationships with each other–specifically about forgiving others for their offenses. In his question, Peter presumes the act of forgiving. What he is not clear about is if there is a limit to that, and he proposes a quota: seven times. But Jesus replies forcefully: our desire to forgive can have no limits: seventy times seven. And in explaining it with the parable that follows, he teaches us that:
● We forgive because God has forgiven us. (The King forgave the slave his debt of ten thousand talents.)
● No offense we receive can equal or exceed the amount of forgiveness with which we have been forgiven. (The slave’s companion owed only one hundred silver coins.)
● In the light of God’s incalculable grace shown toward us, it is absurd and even evil if we refuse to forgive others.
Prayer: Good God, kindle our hearts to forgive our fellows. Amen.
Translation by John Potter
JUEVES, 17 DE AGOSTO
Perdonar a otros
Mateo 18: 21-35
Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Mateo 6:12
¿Hemos recibido ofensas, maltratos y humillaciones por parte de otras personas, familiares y hasta de hermanos o hermanas de fe? ¿Y cómo reaccionamos?
El Evangelio de hoy nos narra cómo Jesús, en su Ministerio privado en Galilea preparando a los discipulos, aborda las relaciones entre ellos; especificamente sobre el perdonar a otros sus ofensas. En su pregunta, Pedro presupone que la acción será perdonar, lo que no tiene claro es si habrá limite en ello y propone una cuota: siete veces. Pero Jesús le responde contundentemente: nuestro deseo de perdonar no puede tener limites: setenta veces siete. Y se lo explica con la parábola que sigue, la que nos enseña que:
● Perdonamos porque hemos sido perdonados por Dios. (El Rey se compadece y perdona la deuda de muchos miles de monedas de oro que le debe su siervo).
● Ninguna ofensa que recibimos puede igualar o superar el monto de perdón con que hemos sido perdonados. (El compañero le debia solo cien monedas de plata).
● A la luz de la incalculable gracia de Dios hacia nosotros, es absurdo y hasta malvado, el que rehusemos perdonar de corazón a otros.
Oración: Buen Dios, enciende los corazones para perdonar a nuestros semejantes. Amén.
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