Friday,
January 20
PRAY WITH A PATIENT HEART
1 THESSALONIANS 5
Be patient with everyone.
1 Thessalonians
5:14
We cannot be satisfied with the division of Christians. We should be
conscious of the fact that ecumenicalism doesn’t have the same rhythm
everywhere. Some advance with giant steps, while others are more prudent. As
Paul preaches, we should continue being patient with everyone.
Like the Pharisee in his prayer, we can easily present ourselves before
God with the arrogance of those that do everything well: “I’m not like the rest
of the men.” If at times one seeks to denounce the sluggishness or the
imprudence of our church’s members, or those of our ecumenical interlocutors,
the invitation to patience resonates
like an important warning , and an act of humility in favor of dialogue.
At times we also display our
impatience with God. Like the people in the wilderness, we sometimes shout: Why
all this agonizing marching if everything should end now? Have trust, God
responds to our prayers in his own way and time. He will know how to generate
new initiatives, those that are needed for our times, for the reconciliation of
Christians.
Prayer: Lord, make us your disciples; day and night let us listen to your Word. In
our journey toward unity permit us to know how to await the fruits in due time.
When prejudice and distrust triumph, give us the necessary humble patience for
reconciliation. Amen.
Translated by John Walter
ORAD CON CORAZÓN PACIENTE
1RA TESALONICENSES 5
Tened paciencia con
todos
1 Tesalonicenses 5:14
No podemos estar satisfechos con la
división de los cristianos. Debemos
ser conscientes de que el ecumenismo no se vive por todas partes al mismo
ritmo. Algunos avanzan a grandes pasos, otros son más prudentes. Como Pablo
predica, debemos seguir siendo pacientes con todos.
Como el fariseo en su oración, podemos
fácilmente presentarnos ante Dios con la arrogancia de los que hacen todo muy
bien: “yo no soy como el resto de los hombres”. Si a veces se intentan
denunciar las lentitudes o las imprudencias de los miembros de nuestra Iglesia,
o las de nuestros interlocutores ecuménicos, la invitación a la paciencia
resuena como una advertencia importante y un acto de humildad a favor del diálogo.
En ocasiones, incluso, nos mostramos
impacientes para con Dios. Como el pueblo en el desierto, a veces gritamos:
¿por qué toda esta marcha, dolorosa, si todo se debe acabar ahora? Tengamos
confianza: Dios responde a nuestras oraciones, a su manera, a su debido tiempo.
Él sabrá suscitar nuevas iniciativas para la reconciliación de los cristianos,
aquellas que en nuestro tiempo se necesitan.
Oración Señor, haz de nosotros tus discípulos y discípulas, que escuchemos tu Palabra día y noche. En nuestro
camino hacia la unidad, danos saber esperar los frutos a su tiempo. Cuando los
prejuicios y la desconfianza triunfan, concédenos la humilde paciencia
necesaria para la reconciliación. Amén.
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