Sunday, January 15
LAZARUS, COME OUT!
JOHN 11:33-44
When he had said this,
Jesus called in a loud voice,
“Lazarus, come out!”
John 11:43
The death of a loved one is always a reason for
profound sadness that doesn’t leave us, even with the passing of time. Jesus,
in his humanity, and divinity as well, felt this when his friend Lazarus died.
The Bible tells us that Jesus cried. What emotion is contained in those two
words!
I can only imagine how many memories came to his mind;
how much complicity in the road of constructing the Kingdom of God; but there’s
a phrase from Jesus that has always filled me with hope: “Lazarus, come forth!”
Perhaps we are not God, able right now
to resuscitate those people who have said goodbye to us during life’s journey;
but yes, there is a way to raise them from the tombs where we have enclosed
them.
If we practice the values they have taught us; if
we recognize their footprints in our own lives; if we remember with joy and
gratitude every moment lived together, we will be creating openings of hope
amid the agony of loss.
Today’s invitation is not to remain in the grief
and bitterness caused by the death of our loved ones, but rather to experience joy
through their company and through their legacy in our existence.
Prayer: We give you
thanks, O God, for the lives of those no longer with us, for that which they
have brought us in life’s journey. We ask you that our actions be consistent
with their teachings and with their bequeathed legacy of wisdom. Amen.
Translated by John Walter
¡LÁZARO, SAL FUERA!
JUAN 11:33-44
Y habiendo dicho esto, clamó a gran
voz: ¡Lázaro, ven fuera!
Juan
11:43
La muerte de un ser querido
siempre es motivo de una tristeza profunda que, aunque pase el tiempo, no nos
abandona. Jesús, en su humanidad y también divinidad, sintió esto cuando murió
su amigo Lázaro. La Biblia nos cuenta que Jesús lloró. ¡Cuánta emoción contenida en dos palabras!
Imagino cuántos recuerdos
vinieron a su mente, cuánta complicidad en ese camino de construcción del reino
de Dios. Pero hay una frase de Jesús que siempre me ha llenado de esperanza:
¡Lázaro, sal fuera! Quizás no seamos Dios, como para
resucitar ahora mismo a esas personas que nos han dicho adiós en el camino de
la vida, pero sí hay una forma de sacarlos fuera de las tumbas donde los
tenemos encerrados. Si practicamos los valores que nos enseñaron en vida, si
reconocemos sus huellas en nuestra propia historia, si recordamos con gozo y
gratitud cada momento vivido juntos, estaremos abriendo brechas de esperanza en
medio del dolor por la pérdida.
La invitación de hoy es a no
quedarnos en el llanto y la amargura ante la muerte de un ser querido,
sino a experimentar el gozo por su compañía y por su legado en nuestra
existencia.
Oración: Te damos gracias oh Dios,
por la vida de los que ya no están, por lo que nos han entregado en el camino
de la vida. Te pedimos que seamos consecuentes con sus enseñanzas y con el
legado de sabiduría que nos dejaron. Amén.
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