Friday,
August 23
Anniversary of the World Council of Churches
THE HOLINESS OF WAITING
HABAKKUK 2:1-5
There is still a vision for the
appointed time; it testifies to the end;
it does not deceive. If it delays, wait for it; for it is surely
coming; it will not be late.
Habakkuk 2:3 (CEB)
It is hard for me to wait. I have a very active personality and I operate
under the maxim: don’t leave for tomorrow what you can do today. It is much easier for me to plan work and do
it than to wait passively for the “one who is responsible” to do it. However, the reflection for today makes us
aware of the importance of times of waiting.
Advent and Lent are times of waiting, of
preparation for something that is to come.
And both seasons remind us that the waiting is not a loss of time, but a
form of redeeming time. Jesus was thirty
years old when he began his three-year public ministry. Paul spent time in Damascus and Arabia
between his conversion and his missionary ministry. Scholars estimate that it was a period of 15
years. These examples and others help us
to see that the time of preparation is part of the plan, not a delay in
it. Little by little I am learning to
understand this truth and my life is being enriched by waiting. God offers us Lent
and Easter, in part to help us learn the benefits of an active waiting. We don’t always have to be productive. We need periods in which we permit the Spirit
to prepare us, trusting that God will define the action and will move us when
the time to act comes. If we don’t make
time, how will God prepare our hearts?
Prayer: God of love, help
us to remember that time does not have to be filled with activity to be of
value. Teach us that preparation is an
essential part of spiritual life. Amen.
Translation by
Deborah McEachran
Aniversario del Consejo Mundial de
Iglesias
LO SAGRADO DE ESPERAR
HABACUC 2:1-5
Aunque la visión tardará aún
por un tiempo, más se apresura
hacia el fin, y no
mentirá; aunque tardare, espéralo,
porque sin duda vendrá,
no se tardará.
Habacuc 2:3
Me resulta difícil
esperar. Tengo una personalidad demasiado activa y me conduzco bajo la máxima:
no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Es mucho más fácil para mí
planear el trabajo y hacerlo, que esperar pasivamente que “el que le toque” lo
haga. Sin embargo, la reflexión de hoy pretende hacernos conscientes de la
importancia de los tiempos de espera. Adviento y Cuaresma son tiempos de
espera, de preparación de algo que ha de venir. Y ambos momentos nos recuerdan
que la espera no es una pérdida de tiempo, sino una forma de redimirlo.
Jesús tenía unos treinta
años cuando comenzó su ministerio público de tres años. Pablo pasó un tiempo en
Damasco y Arabia entre su conversión y su ministerio misionero. Los eruditos
estiman que fue un promedio de quince años. Estos ejemplos y otros más nos
ayudan a ver que el tiempo de preparación es parte del plan, no una demora en
este. Poco a poco estoy aprendiendo a comprender esta verdad y mi vida se está
enriqueciendo en la espera. Dios nos ofreció la Pascua, en parte para ayudarnos
a aprender los beneficios de una espera activa. No tenemos que ser productivos
siempre. Necesitamos períodos en los que permitamos que el Espíritu nos
prepare, confiando en que Dios definirá la acción y nos moverá cuando llegue el
tiempo de actuar. Si no hacemos tiempo, ¿Cómo podrá Dios preparar nuestros
corazones?
Oración: Dios de amor, ayúdanos a
recordar que el tiempo no tiene que llenarse con una actividad para que sea
valioso. Enséñanos que la preparación es una parte esencial de la vida
espiritual. Amén.
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