Wednesday,
August 28
WASTE A DAY?
JAMES 4:13-17
Teach us to number our
days,
that we may gain a
heart of wisdom.
Psalm 90:12 (NIV)
According to the
historian Suetonius, when the Roman emperor Titus had spent a day without
finding an opportunity to do a good deed, he would say: “I’ve wasted the day.”
These words merit
reflection. You can waste a day even though you’re very busy. The modern human
being is so pressured that he or she can’t take time to turn to what is
essential. But you may say: “what’s essential?” It’s not the time that passes
without our filling it, but the time that does not pass and is eternally
present; in other words: eternity.
If you return the day
to the Lord, it is not wasted, but it will be the best used day of your whole
life. Christians, what a lesson we can learn from that emperor’s comment!
Job says that our days
are faster than a courier. Nobody can stop them or start any of them over.
The days wasted add up
to years wasted. Lost for our brothers and sisters, lost for the Gospel, lost
for Christ, before whom we soon will be accountable. But if they are used for
the Lord, for serving others, our brief time on earth can bring lasting fruit.
Prayer: Lord, we pray with your
Word: teach us to number our days, that we may gain a heart of wisdom. Amen.
Translation by George Meek
¿PERDER
UN DÍA?
SANTIAGO
4:13-17
Enséñanos
de tal modo a contar nuestros días,
que
traigamos al corazón sabiduría.
Salmo
90:12
Según el
historiador Suetonio, cuando Tito, el emperador romano, había pasado un día sin
hallar la oportunidad de hacer una buena obra u otorgar una gracia,
acostumbraba a decir: “He perdido el día”.
Estas palabras
merecen una reflexión. Se puede perder un día sin dejar de estar muy ocupado.
El ser humano moderno está tan apresurado que no se toma el tiempo de volverse
hacia lo esencial. Pero usted dirá: “¿a qué llama lo esencial?”. No es el
tiempo que pasa y se nos escapa, sino el que no pasa y es como un eterno
presente; dicho de otro modo: la
eternidad.
Si usted se
vuelve hacia el Señor, no será un día perdido, sino el día mejor empleado de
toda su existencia. Creyentes ¡qué lección nos da la reflexión de aquel
emperador! Nuestros días transcurren más ligeros que un correo, comprueba Job.
Nadie puede retenerlos ni volver a empezar uno solo de ellos.
Al sumarse los
días perdidos dan como resultado los años perdidos. Perdidos para nuestros
hermanos y nuestras hermanas, perdidos para el Evangelio, perdidos para Cristo,
ante quien pronto tendremos que rendir cuentas. Pero si son utilizados para el
Señor, al servicio de los demás, los cortos momentos en que estamos en la
tierra pueden llevar un fruto que permanece.
Oración:
Señor, oramos con tu Palabra: enséñanos a contar nuestros días para
traer al corazón sabiduría. Amén.
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