March 1, Tuesday
THE RICH
Psalm 127
Sons are indeed a heritage from the Lord, the fruit of the womb a reward.
Psalm 127:3 (NRSV)
Some of the richest people are those who consider their children to be an inheritance from the Lord. At a time when many couples view raising a family as a burdensome expense that limits freedom and undermines their goals, it is gratifying to hear from parents whose sacrifices and love for their children bring them great joy and blessing, rewards beyond all measure.
A couple from my community gave this testimony: “After having been married 42 years, we are now retired. We have raised 4 children and given them a Christian education. They are all married, and we have 10 grandchildren. We have been greatly blessed. No, we are not rich, but money does not give a kiss like a grandson can.”
It is risky to bring children into the world because they can break our hearts. They can choose bad ways. But if we accept them as God’s reward, surround them with prayer, and learn to overcome selfishness through the challenges of family life, the risk will be worth it.
As parents, let us measure our wealth by God’s standard, giving thanks for the inheritance of the children he has entrusted to us. Even if they are not spiritually where we would like to see them, let us protect this heritage with daily prayer, loving concern, and words and actions that tell them they are special. Over the years we will be greatly enriched.
Prayer: Thank you Lord, for my children. Amen.
Translation by Pat Metcalf
Marzo 1ro, martes
RICOS
Salmo 127
He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre
Salmo 127:3
Algunas de las personas más ricas son las que consideran a sus hijos como herencia del Señor. En una época en que muchas parejas consideran criar una familia como un gasto gravoso que limita su libertad y quebranta sus objetivos, es grato oír de padres cuyos sacrificios y amor por sus hijos les da gran gozo y bendición, recompensas que van más allá de toda medida.
Una pareja de mi comunidad dio este testimonio: “Nos hemos jubilado ahora, habiendo estado casados 42 años. Hemos criado cuatro hijos y les hemos dado una educación cristiana. Están todos casados y tenemos 10 nietos. Hemos sido grandemente bendecidos. No, no somos ricos, pero el dinero no nos da un beso como un nieto lo puede hacer”.
Es arriesgado traer hijos al mundo, porque pueden romper nuestros corazones. Pueden elegir malos caminos. Pero si los aceptamos como recompensa de Dios, los rodeamos de oración y aprendemos, mediante los retos de la vida familiar, a vencer el egoísmo, el riesgo habrá valido la pena.
Como padres midamos nuestra riqueza por la norma de Dios, dándole gracias por la bendita herencia de los hijos que Él nos ha confiado. Incluso si no se hallan espiritualmente allí donde nosotros quisiéramos verlos, protejamos esta herencia con oración diaria, una solicitud amante y palabras y acciones que les digan que son especiales. Con el paso de los años seremos grandemente enriquecidos.
Oración: Gracias Señor, por mis hijos. Amén.
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