Thursday, August 11
SURVIVING
EPHESIANS 4:1-6
… with all humility
and gentleness, with patience, bearing with one another in love.
Ephesians 4: 2
During the Ice Age many animals died because of the cold.
The porcupines, understanding the situation, agreed to live in groups so as to
shelter and protect each other.
But the quills of each one hurt the others closest to them,
precisely the ones that were providing them heat. Thus they separated from each
other. Again, they began to feel the cold and were forced to make a decision:
either they would disappear from the face of the earth, or they would put up
with their neighbors’ quills. They decided to live together. They learned to
live with the small wounds that such a close relationship could cause because
they realized that what was really important was the warmth of the other. And so they survived.
The same thing happens to us when we live in such close
quarters, whether it is with our spouse, our family, our fellow workers or the
neighbor who lives in our building. So often we want to have a perfect
relationship with them, not realizing that it doesn’t exist. The best
relationship we can have, the healthiest, is the one where each accepts the shortcomings
of the other and adapts to them; because alone, we will not survive.
Prayer: Jesus, teach us to respect and to live together with those
closest to us. Teach us that we are not perfect, and help us to find the good
in each of them. Amen.
Translated by
John Potter
SOBREVIVIENDO
EFESIOS 4:1-6
… con toda humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor
Efesios 4: 2
Durante la era glacial, muchos
animales morían por causa del frío. Los puercos espines, percibiendo estas
situaciones, acordaron vivir en grupos, así se daban abrigo y se protegían
mutuamente.
Pero las espinas de cada uno
herían a sus vecinos más cercarnos, justamente a aquellos que le brindaban
calor. Y por eso se separaron unos de otros. Nuevamente volvieron a sentir frío
y tuvieron que tomar una decisión: o desaparecían de la faz de la tierra, o
aceptaban las espinas del vecino.
Decidieron volver a vivir juntos.
Aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que una relación tan
cercana les podía ocasionar, porque lo que realmente era importante era el
calor del otro. Así sobrevivieron.
A nosotros también nos pasa lo
mismo cuando tenemos una convivencia tan cercana, ya sea de nuestra pareja, de nuestra familia,
de los compañeros de trabajo o del vecino que vive en nuestro mismo edificio.
Muchas veces queremos tener con ellos la relación perfecta, sin darnos cuenta
de que ésta no existe. La mejor relación que podemos tener, la más sana, es
aquella donde cada uno acepta los
defectos del otro y consigue adaptarse, porque solos, no sobreviviríamos.
Oración: Jesús, enséñanos a respetarnos, a convivir con nuestros
semejantes. Enséñanos que no somos perfectos, ayúdanos a encontrar en cada uno
de ellos sus cosas buenas. Amén.
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