Thursday, August 11, 2016

Thursday, August 11 SURVIVING EPHESIANS 4:1-6

Thursday, August 11
SURVIVING
EPHESIANS 4:1-6

… with all humility and gentleness, with patience, bearing with one another in love.

Ephesians 4: 2

During the Ice Age many animals died because of the cold. The porcupines, understanding the situation, agreed to live in groups so as to shelter and protect each other.

But the quills of each one hurt the others closest to them, precisely the ones that were providing them heat. Thus they separated from each other. Again, they began to feel the cold and were forced to make a decision: either they would disappear from the face of the earth, or they would put up with their neighbors’ quills. They decided to live together. They learned to live with the small wounds that such a close relationship could cause because they realized that what was really important was the warmth of the other.  And so they survived.

The same thing happens to us when we live in such close quarters, whether it is with our spouse, our family, our fellow workers or the neighbor who lives in our building. So often we want to have a perfect relationship with them, not realizing that it doesn’t exist. The best relationship we can have, the healthiest, is the one where each accepts the shortcomings of the other and adapts to them; because alone, we will not survive.

Prayer: Jesus, teach us to respect and to live together with those closest to us. Teach us that we are not perfect, and help us to find the good in each of them. Amen.

Translated by John Potter

SOBREVIVIENDO
EFESIOS 4:1-6

… con toda humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor

Efesios 4: 2

Durante la era glacial, muchos animales morían por causa del frío. Los puercos espines, percibiendo estas situaciones, acordaron vivir en grupos, así se daban abrigo y se protegían mutuamente.
Pero las espinas de cada uno herían a sus vecinos más cercarnos, justamente a aquellos que le brindaban calor. Y por eso se separaron unos de otros. Nuevamente volvieron a sentir frío y tuvieron que tomar una decisión: o desaparecían de la faz de la tierra, o aceptaban  las espinas del vecino. Decidieron volver a vivir juntos.  Aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que una relación tan cercana les podía ocasionar, porque lo que realmente era importante era el calor del otro. Así sobrevivieron.
A nosotros también nos pasa lo mismo cuando tenemos una convivencia tan cercana,  ya sea de nuestra pareja, de nuestra familia, de los compañeros de trabajo o del vecino que vive en nuestro mismo edificio. Muchas veces queremos tener con ellos la relación perfecta, sin darnos cuenta de que ésta no existe. La mejor relación que podemos tener, la más sana, es aquella donde  cada uno acepta los defectos del otro y consigue adaptarse, porque solos,  no sobreviviríamos.


Oración: Jesús, enséñanos a respetarnos, a convivir con nuestros semejantes. Enséñanos que no somos perfectos, ayúdanos a encontrar en cada uno de ellos sus cosas buenas. Amén.


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