Wednesday,
September 25
KNEELING FOR A JUST CAUSE
MARK 14: 32-41
For this reason I kneel before the
Father,
from whom every family in heaven and on
earth derives its name.
I pray that out of his glorious riches
he may strengthen you
with power through his Spirit in your
inner being, so that
Christ may dwell in your hearts through
faith.
Ephesians 3:14-17 (NIV)
We all adore someone or something. We all kneel. Luther wrote: “He
who does not worship the true and living God will worship an idol.” We all
devote our will to a just or unjust cause, but we are all defending something. If
the cause is not just, it will be unjust. We all pray for something. Prayer is
not the uttering of a phrase, or a position of our body. Prayer is, in the
final analysis, what we want with all our heart. Our most intimate desires are
our prayers. Our desires can be good or ignoble, our intentions worthy or
unworthy. Nobody can face the task of life without hopes and desires. They can
be unimportant. Let’s pray! On our knees! But let’s do it to our Lord Jesus
Christ for just causes, with the best intention and the best desires. Let us
kneel before God as we ask that his will be done, not ours, to bring the
greatest good for others, for ourselves, and for all his creation.
Prayer: Oh
eternal God, who hears the prayers raised to you in Christ’s name and in your
Spirit, help us understand life in terms of the noblest wishes, the most just of
causes, and the most serious motivations. In Christ’s name, amen.
Translation by George Meek
DE RODILLAS POR CAUSA JUSTA
MARCOS 14: 32-41
Por esta causa doblo mis rodillas
al Padre
de nuestro Señor Jesucristo, del
cual es nombrada
toda la parentela en los cielos y
en la tierra, que os de,
conforme a las riquezas de su
gloria, el ser corroborado
con potencia en el hombre
interior por su Espíritu.
Efesios 3:14-17
Todos adoramos a alguien o a algo. Todos doblamos
nuestras rodillas. Lutero decía: “El que no adora al verdadero y viviente Dios,
adorará a un ídolo”. Todos rendimos nuestra voluntad, o bien a una causa justa
o a una causa injusta, pero todos estamos, aunque no de palabras, defendiendo
alguna causa. Si la causa no es justa, será injusta. Todos oramos por algo.
Porque orar no es la enunciación de una frase, o la postura del cuerpo. La
oración es, en última instancia, lo que deseamos con todo nuestro corazón.
Nuestros deseos más íntimos constituyen nuestras oraciones. Nuestros deseos
pueden ser buenos o innobles, nuestras intenciones pueden ser nobles o
indignas. Nadie puede enfrentarse a la tarea de la vida sin tener anhelos y deseos. Pueden ser deseos
intrascendentes, anhelos sin mayor seriedad
e importancia. ¡Oremos! ¡Doblemos nuestras rodillas! Pero hagámoslo ante
el Dios de nuestro Señor Jesucristo, por causas justas, animados con la mejor
intención, y los mejores deseos. Pidamos mucho a Dios que podamos doblar
nuestras rodillas por aquello que, según su voluntad y no la nuestra, pueda significar el mayor bien para
otros, para nosotros y para toda su
creación.
Oración: Oh Dios eterno, que
oyes las oraciones que se elevan ante ti
en el nombre de Cristo y en su Espíritu, haznos capaces de entender la vida
toda en términos de los deseos más nobles, de las causas más justas y las
motivaciones más serias. Por Jesucristo,
amén.
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