Wednesday, April 27, 2022

April 27, Wednesday

DON’T TAKE THE BLAME ANYMORE

JOHN 8:3-11

Jesus said, “Neither do I condemn you. Go, and from now on, don’t sin anymore.”

John 8:11 (CEB)

            For some people it is easier at times to forgive someone else than to forgive themselves. The feeling of guilt is so strong that it does not give us a minute’s rest. This happens, generally, when the consequence of the sin committed has no resolution. People who pass through these situations can justly find themselves in desperation because there is no return.

            The woman who was discovered committing adultery could not go back either. The adultery had already been consummated. Now let us imagine the shame that she felt to see her sin exposed in front of a crowd. Even more than feeling guilty and destroyed, she now had to bear with the accusations of other people. Nevertheless, in front of her was Jesus, who relieved her sorrow. Jesus was so merciful that, in place of condemning her, he freed her of all accusations. Christ showed those people that all were sinners, just like the woman caught in adultery. And Jesus freed her from her guilt.

            For the Lord makes no distinction among sins, there is no sin larger or smaller than another. He extends his forgiveness over all people who repent and ask forgiveness, no matter what the sin might be. In this way, Jesus offers us relief from guilt. If guilt eats away at you for some sin that you committed, confess it to God and trust in his forgiveness. Then, remember the love of Jesus, for we can have a new life in Christ.

 

Prayer: Thank you, my Jesus, for your sacrifice on the cross for me. Thank you because there is no greater example of love than that. Thank you for the gift of a new life in you, Amen.

 

Translation by Deborah McEachran

 

 

27 de abril

NO SE CULPE MAS

Juan 8:3-11

Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar.”

Juan 8:11

            Para algunas personas a veces es más fácil perdonar a otros que a sí mismos. El sentimiento de culpa es tan implacable que no les da ninguna oportunidad de descanso. Ello sucede, generalmente, cuando la consecuencia del pecado cometido no tiene solución. Las personas que pasan por esas situaciones pueden llegar a la desesperación justamente porque no hay retorno.

            La mujer descubierta cometiendo adulterio tampoco podía volver atrás. El adulterio ya se había consumado. Ahora intentemos imaginar la vergüenza que sintió ella al ver su pecado expuesto frente a una multitud. Además de sentirse culpable y destruida, todavía tenía que soportar acusaciones de las otras personas. Sin embargo, frente a ella estaba Jesús, quien alivió su pesar. Jesús fue tan misericordioso que, en vez de condenarla, la libró de toda la acusación. Cristo les demostró a aquellas personas que todas eran pecadoras, exactamente como la adúltera. Y Jesús la liberó de la culpa.

            Para el Señor no hay distinción de pecado, no hay un pecado mayor o menor que el otro. Él extiende su perdón sobre todas las personas que se arrepienten y piden perdón, sea cual sea su pecado. De esa forma, nos ofrece alivio para la culpa. Si a usted le carcome el sentimiento de culpa por algún pecado que cometió, confiéselo a Dios y confíe en su perdón. Entonces, acuérdese del amor de Jesús, pues podemos tener una vida nueva en Cristo.

 

Oración: Gracias mi Jesús, por tu sacrificio en la cruz por mí. Gracias porque no hay mayor muestra de amor que esta. Gracias por el regalo de una vida nueva en ti. Amén.

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