Thursday,
October 4
KNOWING HOW TO LIVE WITH SUFFERING
RUTH 1:11-22
Do not press me to leave you or to turn
back from following you!
Where you go, I will go; where you lodge, I
will lodge;
your people shall be my people, and your
God my God.
Ruth 1:16 (NRSV)
People who are visited with affliction have
two very different ways of reacting. One is easier and current: to remain
immersed in their affliction, concentrating on it and with an almost morbid
delight that leads to selfishness, keeping for themselves that which destroys
and corrodes the entrails of the soul, manifesting itself in bitterness and
outward reproach. This unconsciously selfish attitude deprives the holder of
experiencing almost sublime feelings arising from the depths of sorrow and
which enrich spiritual life.
Others, less frequent but with spontaneous
generosity, convert their pain into an instrument of giving, because they know
that the path to happiness is in cooperation and companionship. Ruth was one of
this group, because with love, which led to sacrifice, she left her own
country, placed the need of another person above her pain, and responded with
loyalty.
What a noble attitude of a heart that
offered itself with fortitude to the need that surrounded it, which shut its
eyes to itself and gave itself totally for love! That was the decision in her
life that drew her close to God and turns her into a lesson for us: the renewal
of an anxious heart in the gift of love to others,
Prayer: My good God, help me when affliction comes to me. Be with me
and protect me. Help me emerge from it trusting in your promise and giving
myself to others in sacrifice and genuine love, just as your son Jesus did on
the cross. Amen.
Translation
by John Potter
SABER VIVIR CON EL
SUFRIMIENTO
RUT 1:11-22
¡No me pidas que te deje
y que me separe de ti! Iré a donde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo
será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
Rut 1:16
Las personas que son
visitadas por la aflicción tienen dos maneras muy diferentes de reaccionar. Una
es muy fácil y corriente: permanecer sumidos en su pena, concentrados en ella;
y con deleite casi morboso que llega hasta el egoísmo, guardar para sí aquello
que destruye y corroe las entrañas del alma, y que se manifiesta en amarguras y
reproches hacia el exterior. Esta actitud inconscientemente egoísta, priva al
que la sostiene de experimentar sentimientos casi sublimes, derivados de las
profundidades del dolor, y que enriquecen la vida espiritualmente.
Otros, menos frecuentes,
pero con generosidad espontánea, convierten su dolor en instrumento de dádiva,
porque saben que la senda de la felicidad está en la cooperación y el
compañerismo. Rut fue de este grupo, porque con amor, que llegó hasta el
sacrificio, abandonó su tierra y colocó sobre su dolor la necesidad de otra
persona a la que respondió con lealtad.
¡Actitud noble la de un
corazón que se ofrece con entereza a la necesidad que lo rodea, que cierra los
ojos a sí mismo y se da totalmente por amor! Esa fue la decisión de su vida que
le acercó a Dios y que se convierte en enseñanza para nosotros: la renovación
del corazón atribulado en dádiva de amor a los demás.
Oración: Mi buen Dios, ayúdame
cuando viene a mí la aflicción. Acompáñame y protégeme. Ayúdame a salir de ella
confiando en tu promesa y entregándome a los demás en sacrificio y amor
genuino, tal y como lo hizo tu Hijo Jesús en la cruz. Amén.
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