Thursday, October 4, 2018

Thursday, October 4 KNOWING HOW TO LIVE WITH SUFFERING RUTH 1:11-22

Thursday, October 4
KNOWING HOW TO LIVE WITH SUFFERING
RUTH 1:11-22

Do not press me to leave you or to turn back from following you!
Where you go, I will go; where you lodge, I will lodge;
your people shall be my people, and your God my God.
Ruth 1:16 (NRSV)
People who are visited with affliction have two very different ways of reacting. One is easier and current: to remain immersed in their affliction, concentrating on it and with an almost morbid delight that leads to selfishness, keeping for themselves that which destroys and corrodes the entrails of the soul, manifesting itself in bitterness and outward reproach. This unconsciously selfish attitude deprives the holder of experiencing almost sublime feelings arising from the depths of sorrow and which enrich spiritual life.
Others, less frequent but with spontaneous generosity, convert their pain into an instrument of giving, because they know that the path to happiness is in cooperation and companionship. Ruth was one of this group, because with love, which led to sacrifice, she left her own country, placed the need of another person above her pain, and responded with loyalty.
What a noble attitude of a heart that offered itself with fortitude to the need that surrounded it, which shut its eyes to itself and gave itself totally for love! That was the decision in her life that drew her close to God and turns her into a lesson for us: the renewal of an anxious heart in the gift of love to others,

Prayer: My good God, help me when affliction comes to me. Be with me and protect me. Help me emerge from it trusting in your promise and giving myself to others in sacrifice and genuine love, just as your son Jesus did on the cross. Amen.


Translation by John Potter


SABER VIVIR CON EL SUFRIMIENTO
RUT 1:11-22

¡No me pidas que te deje y que me separe de ti! Iré a donde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
Rut 1:16

Las personas que son visitadas por la aflicción tienen dos maneras muy diferentes de reaccionar. Una es muy fácil y corriente: permanecer sumidos en su pena, concentrados en ella; y con deleite casi morboso que llega hasta el egoísmo, guardar para sí aquello que destruye y corroe las entrañas del alma, y que se manifiesta en amarguras y reproches hacia el exterior. Esta actitud inconscientemente egoísta, priva al que la sostiene de experimentar sentimientos casi sublimes, derivados de las profundidades del dolor, y que enriquecen la vida espiritualmente.

Otros, menos frecuentes, pero con generosidad espontánea, convierten su dolor en instrumento de dádiva, porque saben que la senda de la felicidad está en la cooperación y el compañerismo. Rut fue de este grupo, porque con amor, que llegó hasta el sacrificio, abandonó su tierra y colocó sobre su dolor la necesidad de otra persona a la que respondió con lealtad.

¡Actitud noble la de un corazón que se ofrece con entereza a la necesidad que lo rodea, que cierra los ojos a sí mismo y se da totalmente por amor! Esa fue la decisión de su vida que le acercó a Dios y que se convierte en enseñanza para nosotros: la renovación del corazón atribulado en dádiva de amor a los demás.

Oración: Mi buen Dios, ayúdame cuando viene a mí la aflicción. Acompáñame y protégeme. Ayúdame a salir de ella confiando en tu promesa y entregándome a los demás en sacrificio y amor genuino, tal y como lo hizo tu Hijo Jesús en la cruz. Amén.



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