January 2, Sunday

THE SON OF GOD

John 1:1-18

But to all who received him, who believed in his name, he gave power to become children of God.

John 1:12 (NRSV)

            Matthew and Luke begin their Gospels with the earthly birth of Jesus, but John goes further back, to the true origin of Jesus’ life in time, in the eternal existence of God.

            That child of Bethlehem, who in the text is called the Word, existed before Christmas, before the creation of the world. That is why today we are celebrating something more than the birth of a child, we are remembering that moving and great act of God of setting aside what was proper to his divine condition, to become human and share our own existence. Jesus came into the world not only as the Son of God, but He allows us to reach an unthinkable condition: He granted us to be children of God. We are made children of God by the Father’s own Son, if  we believe in his name, that is, in his divine personality. He came so that, through Him, we would know the Father and learn to do His will.

            Today, when we celebrate Christmas, we also remember all of Christ’s work to make us known to the Father, and we can think about how we have fulfilled the responsibility of continuing his work. Can we call ourselves Children of God? What are we doing to spread the light of Christ in this world of darkness? The mystery of the incarnation is updated every day when we can live an incarnate faith, capable of responding to the needs and aspirations of humanity.

 

Prayer: Beloved Father, let us with our faith and witness be your daughters and sons forever. Amen.

 

Translation by Pat Metcalf

 

 

Enero 2, domingo

EL HIJO DE DIOS

Juan 1:1-18

Pero a quienes lo recibieron y creyeron en El, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios.

Juan 1:12

            Mateo y Lucas comienzan su Evangelio con el nacimiento terreno de Jesús, pero Juan va más atrás, al verdadero origen de la vida de Jesús en el tiempo, en la existencia eterna de Dios.

            Ese niño de Belén, que en el texto lo llaman Palabra, existía antes de la navidad, antes de la creación del mundo. Es por eso que hoy estamos festejando algo más que el nacimiento de un niño, estamos recordando ese acto conmovedor y grandioso de Dios de hacer a un lado aquello que le era propio a su condición divina, para hacerse humano y compartir nuestra propia existencia. Jesús vino al mundo no solo como Hijo de Dios, sino que nos permite alcanzar una condición impensable: nos concedió ser hijos de Dios. Somos hechos hijos de Dios por el propio Hijo del Padre, con tal de que creamos en su nombre, o sea, en su personalidad divina. Vino para que, a través de Él, conociéramos definitivamente al Padre y aprendiéramos a hacer su voluntad.

            Hoy, cuando celebramos navidad, recordamos también toda la obra de Cristo para darnos a conocer al Padre, y podemos pensar en cómo hemos cumplido la responsabilidad de continuar su obra. ¿Podemos llamarnos Hijos de Dios? ¿Que estamos haciendo para extender la luz de Cristo en este mundo de tinieblas? El misterio de la encarnación se actualiza todos los días cuando somos capaces de vivir una fe encarnada, capaz de responder a las necesidades y aspiraciones de la humanidad.

 

Oración: Padre amado, permite que con nuestra fe y testimonio podamos ser hijas e hijos tuyos para siempre. Amén.