DECEMBER 17
A WISH FULFILLED
Haggai 1:1-9
Go up into the mountains and bring down timber and build my house, so that I may take pleasure in it and be honored,” says the Lord
Haggai 1:8a
Haggai suddenly appears on the scene in 529 BC and disappears in the same way. His book is brief and contains only one idea: the prompt rebuilding of the temple. This was his great obsession. His exhortation was addressed to the civil governor, Zerubbabel, and to the religious leader of the community, Joshua. The people were discouraged by the bad harvest; a drought had exhausted the country and worse still, there was drought in the hearts.
Haggai confronts the situation as the prophets always did, giving a moral interpretation to the misfortunes of the people. He invites them to consider their ways. He remarks that although they had neglected God’s house, they had been extremely careful of their own. The prophet’s noble appeal was not without effect. In less than a month, the people had genuinely responded and the work began. Twice it is noted that all participated in the work, the civil and religious leaders and all the rest of the people.
In Haggai’s day, the very existence of Israel’s religion undoubtedly depended on the rebuilding of the temple as an outward symbol of God’s presence. What better than a place to which their hearts could turn, with the assurance that there they would find their God?
Prayer: Use us, Lord, in the extension of your Kingdom. Amen.
Translation by Pat Metcalf
DICIEMBRE 17
UN DESEO CUMPLIDO
Hageo 1:1-9
Vayan al monte, y traigan madera, y reconstruyan mi casa. Yo pondré en ella mi beneplácito, y seré glorificado.
Hageo 1:8a
Hageo aparece en escena súbitamente en el año 529 AC y desaparece en la misma forma. Su libro es breve y contiene una sola idea: la pronta reconstrucción del templo. Esta fue su gran obsesión. Su exhortación fue dirigida al gobernador civil: Zorobabel, y al jefe religioso de la comunidad, Josué. La gente estaba desanimada por la mala cosecha, una sequía había agotado al país y peor todavía, había sequía en los corazones.
Hageo afronta la situación como siempre lo hacían los profetas, dando una interpretación moral a las desgracias del pueblo. Les invita a considerar sus caminos. Los hace notar que aunque habían descuidado la casa de Dios, habían sido en extremo cuidadosos de las suyas propias. La noble apelación del profeta no quedó sin efecto. En menos de un mes después, el pueblo había respondido genuinamente y la obra empezaba. Dos veces se señala que todos participaron en la obra, los dirigentes civiles y religiosos y todo el resto del pueblo.
En los días de Hageo, la existencia misma de la religión de Israel dependía indudablemente de la reconstrucción del templo, como símbolo externo de la presencia de Dios. ¿Qué otra cosa mejor que un lugar al cual pudiera volverse sus corazones, con la seguridad de que allí encontrarían a su Dios?
Oración: Úsanos, Señor, en la extensión de tu Reino. Amén.
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