DECEMBER 27
GOD IN FIRST PLACE
Amos 5:4-24
Seek me, the Lord, and you will live.
Amos 5:6a (NIV)
The first of the great prophets of the Hebrew people in the 8th century B.C. was Amos. His stature of spiritual genius is one of the most vigorous and imposing in history. Amos was not a professional prophet. He was a man of the people, a native of Tekoa, a town south of Jerusalem.
The central message of Amos is a revelation of the true nature of God. And from what God is, it follows what his creation must be. The ardent social and religious proclamations of the prophet are the obligatory corollary of his theology: God is Lord of the world and of history, not the popular religious belief of the time: a local diocese, a “baal” of the tribe or nation, but ruler of heaven and earth.
But the principal theme of Amos is that God is a God of justice and only justice can satisfy him. It is here that the prophet’s message acquires fiery aspects. His proclamation charges against the pride and cruelty of the rich, the vanity of the judges, the insolent luxury of the courts, the oppression and exploitation to which the poor are subjected, the indifference of those who govern, the corruption of the priesthood; the ritual orgies with which the sanctuaries are sullied. When justice falters, the pomp of external worship, far from pleasing God, offends him and becomes sacrilegious. Justice and righteousness are the essence of God’s true religion, which is not satisfied with the flattery of prayers, incense, and prostrations.
Prayer: Lord, free us from empty ritualism. Amen.
Translation by Susan Metcalf Smith
DICIEMBRE 27
DIOS EN PRIMER LUGAR
Amos 5:4-24
Búsquenme a mí, el Señor, y vivirán.
Amós 5:6a
El primero de los grandes profetas del pueblo hebreo en el siglo VIII a.C. fue Amós. Su estatura de genio espiritual es una de las más vigorosas e imponentes de la historia. Amós no era un profeta profesional. Era un hombre de pueblo, oriundo de Tecoa, población situada al sur de Jerusalén.
El centro del mensaje de Amós es la revelación de la verdadera naturaleza de Dios. Y de lo que Dios es, se deriva lo que su criatura debe ser. Las ardientes proclamas sociales y religiosas del profeta son el obligado corolario de su teología: Dios es Señor del mundo, y de la historia. No como lo creía la religiosidad popular: un diocesillo local, un “baal” de la tribu o nación, sino el soberano de cielo y tierra.
Pero el principal tema de Amós es que Dios es un Dios de justicia y que sólo la justicia puede satisfacerle. Es aquí donde el mensaje del profeta adquiere aspectos fulminantes. Su proclama carga contra el orgullo y la crueldad de los ricos, la vanidad de los jueces, el lujo insolente de la corte, la opresión y la explotación a que están sometidos los pobres, la indiferencia de los gobernantes, la corrupción del sacerdocio, las orgías rituales con que se mancillan los santuarios. Cuando falta la justicia, la pompa del culto externo, lejos de agradar a Dios, le ofenden y se tornan sacrílegas. La justicia y la rectitud son la esencia de la verdadera religión de Dios, que no se conforma con el halago de las plegarias, los inciensos y las postraciones.
Oración: Señor, líbranos de un ritualismo vacío. Amén.
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