Thursday, September 13
THIRST FOR GOD
PSALM 42:1-5
My soul thirsts for God. For the living God. (NIV)
Psalm 42:2
To lack water implies the worst of all miseries, because without
it we can dehydrate, even die.
There’s a sign that permits us to know when our body needs water
to continue its course: it’s thirst. When this happens, and we don’t have
anything at hand to drink, we despair and become distressed. It’s then when we
give an unequaled value to water. But
what occupies us is not precisely physical thirst. As in biblical times, there exists in today’s
world an urgency to recognize the need for God in our lives. If at times we act
with harshness, regrets, and with a lack of love, it’s because we are dry
within and we lack the fresh anointment of God’s presence. A once a week sip on
attending church isn’t enough. Once a day we need to dedicate a space of time
to prayer and reading the Word. The wellspring that flows from God is constant,
renewing and pure, and only in him can we mitigate our thirst.
We know that life is full of unexpected situations; but considering
them, don’t resort to satiating our necessity in just any place. Although we
may be distanced, in desert areas, let us carry a reserve of his blessed
wellspring with us to consume at the indicated hour.
Prayer: Lord, submerge me in the
river of your Spirit. I need to refresh
this dry, thirsty heart in you. Amen.
Translation by John Walter
LA SED DE DIOS
SALMO 42:1-5
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente.
Salmo 42:2
Carecer de agua supone la mayor de todas las miserias
porque sin ella podemos deshidratarnos y hasta morir.
Existe una señal que nos permite saber cuándo nuestro
cuerpo necesita el agua para seguir su curso: es la sed. Cuando esto sucede y
no tenemos al alcance de la mano algo de beber, nos desesperamos y nos
angustiamos. Es entonces cuando le damos
un valor sin igual al agua. Pero no es precisamente la sed física, lo que nos
ocupa. Igual que en los tiempos bíblicos, existe una urgencia en el mundo de
hoy para reconocer la necesidad de Dios en nuestra vida. Si a veces actuamos con
aspereza, remordimientos y con falta de amor, es porque estamos secos por
dentro y precisamos la unción fresca de la presencia de Dios. No basta con un
sorbo, una vez por semana al asistir a la iglesia. Necesitamos cada día dedicar
un espacio de tiempo a la oración y a la lectura de la Palabra. El manantial que brota de Dios es constante,
renovado y puro y solo en él podremos mitigar nuestra sed.
Sabemos que la vida está llena de situaciones
inesperadas, pero ante ellas, no acudamos a saciar nuestra necesidad a
cualquier sitio. Aunque estemos apartados, en áreas desérticas, llevemos una
reserva de su manantial bendito con nosotros para consumirlo cuando sea la hora
indicada.
Oración: Señor, sumérgeme en el río de tu Espíritu. Necesito refrescar este
seco corazón sediento de ti. Amén.
No comments:
Post a Comment